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salvador-navarro.com

domingo, marzo 11, 2012

Aomame

La buena literatura divierte, informa y forma.

A más calidad, más fácil es que se cumpla esa función de formación humana, sutil y carente de moralejas; a mejor literatura más permeable se hace al lector a la reflexión e interconexión con el que escribe, por muchos años que hayan pasado de su muerte o miles de kilómetros que te distancien de él. Son momentos únicos en que un autor te abre la mente a su mundo, que haces en parte tuyo.

Son innumerables los aprendizajes que, como ser humano, he recibido de los grandes clásicos o de la buena prosa contemporánea.

Son frases o reflexiones que provocan un 'clic', un antes y después en tu forma de pensar, que haces tuyas, incorporas para siempre y además sabes ponerle nombre al personaje, le encuentras un paisaje a la escena, recuerdas circunstancias y te acuden emociones de cuando un día atravesaste esa página.

Recién finalizado 1Q84 de Murakami, tendré para siempre en mí el momento en que Aomame, la joven protagonista de esta historia intimista, se introduce en la cama con su amado Tengo para hacer el amor tras veinte años sin verlo.

Ella, desnuda en la cama, emocionada y henchida de amor, le confiesa con rubor la desconfianza en su físico, falsamente protegida por la poca luz que atravesaba las sábanas que les cubrían:

'Imagino que no te gustarán mis pechos, son pequeños, y uno es mayor que otro'.

A lo que él responde con sinceridad:

'Me encantan. Si tus pechos no fueran así, no serían tuyos'.

1 comentario:

Loli Pérez dijo...

Salvador, terminé la novela la semana pasada.
Me gustó mucho esa añoranza de los dos personajes y como va desentramando la trama.
Lo único que se me hizo pesado es que repite mucho, no sé si piensa que sus lectores tienen mala memoria.
Me enganchó bastante.

Saludos
L.P.