En la biblioteca de mi memoria hay una escena que vuelve a mí a menudo. Mañana veraniega de playa en La Antilla, mi pandilla de entonces tumbada en la arena y risas a carcajada limpia, como sólo se puede reír con ocho o nueve años. Poco importan los motivos de esa felicidad tan sana y despreocupada que no volvería. No de esa forma.
Es teoría comunmente aceptada que el pasado hay que dejarlo atrás. 'La clave de la felicidad está en saber vivir el presente'.
Pero es que todo es presente. No hay futuro ni pasado en nosotros porque lo que existe es todo construcción de los que lo percibimos, interpretamos y disfrutamos.
En mi presente están las palmeras de chocolate que me tomaba con Mariángeles junto a la biblioteca de la Universidad, entre pausa y pausa de estudios.
Me gusta tumbarme una tarde cualquiera con las luces apagadas, en silencio, a solas y disfrutar de lo que he ido siendo.
Construyo terapias no invasivas ni químicas a base de ordenar esa biblioteca imaginaria que me lleva a ir comprendiendo por dónde están las claves de mis sentimientos.
Mi presente es pasearme con mis padres y mis hermanos por la Plaza de América y cerrar los ojos, histérico, aguantando los picotazos de las palomas a las que, aunque haga treinta años, estoy dando de comer ahora.
2 comentarios:
Me gusta mucho lo que has escrito, te invita a recordar cosas pasadas y cosas que son.
Que soltura tienes para plasmar tus pensamientos Salva, me gusta leerlos porque fácilmente te sientes identificado en ese universo y que de repente es el de uno mismo por lo vivido.
Saludos.
Al evocar lo que se ha vivido se convierte en presente, que bien lo expresas!
PresentPerfect Kisses
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