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miércoles, noviembre 24, 2010

Tiempo

Una de las frases de este siglo nuevo que apenas estamos comenzando es la de 'no tengo tiempo'. En cuanto uno tiene más de dos aficiones, la pregunta es '¿de dónde sacas el tiempo?'

El tiempo... medida subjetiva donde las haya y, sin embargo, precisa de medir hasta la nanomilésima.

Al paso de las horas hay que guardarle un respeto relativo y no dejarse amedrentar. Soy de los que creen que en esta vida hay tiempo para todo.

Lo importante es saber regular nuestro propio reloj biológico para no caer en esta enfermedad omnipresente llamada estrés.

Cierto es que no tengo hijos, que tengo fines de semana libres y estabilidad económica. Todo eso facilita el organizar los ritmos y encontrar espacio para desarrollarte como persona en sentidos no unívocos, pero creo que cualquier ser humano debe hacer lo posible por adentrarse en esos espacios personales en que desplegar todas las ambiciones, sin metas excesivas ni plazos aprisionadores.

Siento, además, que es una técnica que te hace crecer. No me atrae la gente sin mundos diversos.
Recuerdo, hace muchos años ya, un compañero de trabajo cuyo único objetivo al llegar el viernes era comprar una caja de cervezas en el Carrefour e irse con su mujer a su piso de Barbate. Todo su mundo era ése. Me decía que le hubiese gustado estudiar, que su sueño era viajar, que le dolía no saber idiomas. Admiraba en mí el simple hecho de que yo saliera entre semana y fuera al cine, a conciertos, que tuviera grupos diferentes de amigos.

Es un error pensar que no tenemos derecho a vivir la vida de los otros.

Al menos tenemos tiempo para intentarlo.

3 comentarios:

Gincrispi dijo...

La gente suele ambicionar lo que no tiene, quizás sea inherente al espíritu humano, o quizás sólo el producto de una sociedad donde lo mejor siempre es lo que más "ruido" hace, ¡misterios de la humanidad!, que diría Iker Jiménez...


Saludos.

Arezbra dijo...

Y es que quejarse es tan gratuito...

Miguel dijo...

Maldita palabra a veces "tiempo" pero es verdad, solemos quejarnos sin motivos. No sabemos valorar lo que tenemos, ni apreciar unas cañas con los amigos, una tarde de cine, o un café de puchero en casa.
Raras veces no detenemos a saborar el presente, el tiempo presente.

Miguel