No siempre somos conscientes ni sabemos valorar a las personas que tenemos alrededor. Y me refiero en este caso a aquéllos que infunden una energía continua, una sonrisa eterna y ganas de vivir.
A través de mi pareja tuve la suerte de conocer a Isaac, un gaditano nacido en Cataluña, o un catalán de San Fernando, explosivo, vividor, entregado y fiel.
En esta vida complicada, de la que somos expertos en complicárnosla aún más, encontrar quien siempre responda a una llamada es ya un motivo pleno de satisfacción, pero aún lo es más cuando tras esa respuesta se encuentra un talante sonriente.
Como suele ocurrir con las personas buenas, tras la fachada de sonrisa fácilmente visible aparecen con el tiempo valores mucho más consolidados. La generosidad es una de estas virtudes en él, material y humana. Y la generosidad suele venir acompañada de un corazón noble.
Isaac ha sabido cuidar de los suyos sin pregonarlo, convirtiéndose en el centro de su familia, en base sólida, raíz fuerte donde agarrarse.
Pocas veces, tras esa sonrisa, ha dejado escapar un mal día ni un gesto desabrido; aunque los que lo conocemos sabemos interpretar entre líneas sus inquietudes y miedos.
Tener personas como Isaac al lado produce un reconfortante placer. El de saber que tienes como amigo a alguien que nunca te va a fallar.
1 comentario:
A veces pienso en lo poco que doy con todo lo que recibo a cambio de personas como tu o como Paco.
Seguiré pensando así para no dejar de cuidar nuestra amistad.
Gracias por compartir tantas cosas conmigo.
Un Gran abrazo!
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