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martes, marzo 18, 2014

Amor

Somos producto de un encuentro sexual y, en cuanto tomamos conciencia de nuestra naturaleza, comprendemos que el destino inexorable, no negociable, es morir.

Con unas bases tan absurdas de existencia, al ser humano, individual y colectivo, se le exige, además y a todas horas, coherencia y ejemplaridad; pero resulta difícil mantener rodando esta maquinaria de lo absurdo sin contrapesos a una verdad tan rotunda.

Se inventó como argumento de supervivencia la religión, luego vino la ética; intentos loables de amansar a la fiera que todos llevamos dentro, de convencerla de lo inasumible, de persuadirla de que su inteligencia no llegue a descubrir, con trasparencia, en mañanas luminosas de soledad, el sinsentido de la existencia.

Sin embargo el hombre, sabio y consciente de su derrota, encontró el arma más efectiva para vencer cada día al implacable destino pintado en negro:

Un arma llamada amor.

Y funciona.


2 comentarios:

Alforte dijo...

Aysss pero qué bonito!!!! Yo me declaro seguidor incondicional de tus reflexiones al igual que de ese armamento, aunque practique cada noche con esa arma y aún no haya cazado ninguna pieza.
Besos.

Anónimo dijo...

No se sí es el amor el antídoto a nuestro implacable destino, pero sí pienso que sí tuviéramos más presente esté implacable destino, los hombres seríamos menos egoístas y como consecuencia más amor.

Pepe P.