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salvador-navarro.com

jueves, diciembre 16, 2010

Contagio

Hace años se me quedó grabada una reflexión de mi amigo Ignacio que me desarmó:

―La felicidad, Salva, no es contagiosa.

Te sientes impotente cuando tienes a alguien querido a tu lado, y ves que pasan los años, las historias o los proyectos por su vida y no terminan de coger el toro por los cuernos de la estabilidad emocional, del disfrute de las pequeñas cosas, de la relativización de lo que estas personas cercanas consideran importante, esencial para dar sentido a su existencia.

Esa frase se me quedó grabada por lo cruda que es, por la verdad que arrastra.

Es doloroso no poder inyectar parte de tu emoción por la vida a personas que te importan, sobre todo cuando el tiempo va demostrando que no son circunstanciales sus actitudes negativas ante los retos que se nos plantean de continuo.

Hay gente tan querida a la que zarandearía mil veces para transmitirle mi verdad, las ganas de cruzar tantos puentes hacia sitios que sé que en un futuro me harán tan completo como lo soy ahora porque, ante todo, es el juego de ir y venir, de proyectar nuevos horizontes lo que nos hace felices.

Achucharles y decirles que la vida no será maravillosa al otro lado de la línea que colocan artificialmente como objetivo. No hay que encontrar la pareja, el apartamento, el gran amigo, el trabajo que mereces, una nueva ciudad ni diez kilos menos.

Porque, cuando atraviesen esa meta, se darán cuenta de que no hay situaciones milagrosas que te hagan ser feliz. Y trazarán otra línea.

No, la felicidad no es contagiosa ni las estrategias vitales las venden en botes de cristal.


8 comentarios:

Arezbra dijo...

Tampoco son contagiosas las ganas de jugar a ir y venir,Salva.Hay que tener ganas de aprender a equivocarse y de ser tan valiente como para reconocerlo. Cierto es que no podemos equivocarnos por nadie, ni ver la virtud en un error.

Excelente reflexión, compañero
Un beso

Alforte dijo...

...hasta que lleguen a un punto en que digan BASTA!!!! y empiecen a ser felices porque acepten su vida tal y como es.

Por mucho que quieras son ellos los que de forma autónoma tiene que decidir salir de ese estado.

DeepAsUsual Kisses

Mcaro dijo...

¿Qué nos queda si carecemos de ilusión? ¿Quién tiene derecho a ser feliz? ¿Cuántas oportunidades estamos dispuestos a aceptar en esta (puta) vida que nos ha tocado vivir?.
El Ser humano es inconformista por naturaleza, y con un afán de superación proporcional al ansia de vivir y a las ganas de comerse el mundo... Pobre de aquel que se entregue a su suerte y pierda la ilusión, el interés, la capacidad de imaginar, de querer, de desear, de amar...

Frantic St Anger dijo...

Acabo de descubrir tu blog por tu visita al mío y me ha sorprendido agradablemente encontrarme con esta entrada. Cuánto me habría gustado leerla unos meses antes pero más vale tarde que nunca.

Yo también pienso seguir leyéndote.

Un saludo.

Bele dijo...

Despues de leer "Contagio" me vino a la memoria un libro que lei hace anos ...regalo de la "mia mama" en uno de sus viajes a Londres llamado "EL DIOS DE LAS PEQUENAS COSAS " de ARUNDHATI ROY...La historia narra aventuras y desventuras de una familia India que tras dispersarse por el mundo se reencuentra en su tierra natal, lleno de terror, pasion y belleza, muy recomendable para este tipo de "Contagio " ( bajo mi humilde opinion).,

Dol dijo...

Vaya, estás en la línea de tomar conciencia de lo que hay , de lo que uno es y de lo que no será jamás , y que como dices, no depende de acontecimientos externos.
...
Te sigo.
Abrazos de Diciembre.

Ángeles Hernández dijo...

La felicidad no es contagiosa?

Creo que lo que no se puede contagiar, ni tampoco transmitir es la idea de felicidad, saber vivir, tener ilusiones etc, al menos no en una charla - quizás una terapia o una relación profunda lo lograra- o en un discurso racional pero...

La felicidad, como la tristeza si pueden contribuir a crear un clima mucho mas agradable, o penoso, y aunque puede que no sirva para modificar actitudes si que algo se pega cuando se respira buen ambiente y todos conocemos a personas que inspiran simpatía y con las que da gusto estar y otras a las que nadie quiere ni ver.

Recuerdo en mi adolescencia ( antidiluviana) el la TV predemocratica el mensaje de un cura vasco. "Jesus Urteaga" que tenía un programa para jóvenes donde se dramatizaban algunas situaciones propias de la época y de la edad. Para el momento era un programa mas bien progre, con su toque jesuita. El lema del padre Urteaga era. "SIEMPRE ALEGRES PARA HACER FELICES A LOS DEMAS".

No tiene por que ser exactamente así pero, no es cierto que al lado de alguien que sonríe de verdad nos sentimos mejor?.

Un abrazo y seguiremos reflexionando. A

Salvador Navarro dijo...

Sin duda, Ángeles, siempre hay un toque de alegría que podemos transmitir, siempre una sonrisa puede ayudar