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lunes, junio 21, 2010

Pena de morir

Saliendo del trabajo el viernes, con toda la alegría del comienzo del fin de semana, camino de una cerveza fresquita con la familia y con un sol luminoso alegrando el mediodía, la radio me anunció la muerte de un ser querido. Había fallecido un hombre bueno. José Saramago.

De él sé más de su persona que de su obra, de la que quedé impactado por 'Ensayo sobre la ceguera'. En cambio, cada declaración suya, cada cita que leía de él era una lección de humanidad.

Su continuo recuerdo a las muertes por hambre en el mundo, una cada cuatro minutos, decía, su desprecio a los especuladores, a los corruptos, su amor a las cosas sencillas.

'Si tuviera la oportunidad' -decía en un extracto radiofónico de ese mediodía de viernes que se volvió triste-, 'si tuviera la oportunidad, pediría vivir, vivirlo todo, desde el principio, incluidos los dolores y la amargura de la vida. Pediría vivir'.

Duele que un hombre con un espíritu tan noble, sin dobleces, tan comprometido con su sociedad, sea vilipendiado el día de su muerte por la iglesia católica. ¿Duele o satisface?. Pensándolo bien quizás me satisfaga saber que esta iglesia que conocemos vaya quedando tan atrás. Saramago no podía ser feliz pensando en las muertes de cada cuatro minutos, en el desasosiego de los desamparados... mientras la iglesia, la oficial, burocrática e insensible, se preocupa de criticar a este hombre íntegro al morir.

Yo estoy contigo, Saramago, aunque no estés. Aunque tu materia ya no sea más que cenizas y tú pensases que a esta hora ya eres nada, la Nada con mayúsculas.

Personas como tú dan sentido a esta vida inentendible, porque con tu palabra y sensibilidad hiciste lo posible por descifrar las claves, por dar coherencia al comportamiento humano y trazar un camino.

No olvidaré la frase que nos transmitiste, dicha por tu querida abuela allá en el pueblo cuando ella veía la vida escapársele con noventa años:

'La vida es tan hermosa. ¡Qué pena de morir!'

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Saramago, otro más que nos deja. Cómo me jode sentir cada vez más muertes, aparte del hecho , es síntoma claro de que la muerte me (nos) es cada vez más contemporánea. Primero se muere gente que conocemos, despuúes gente que queremos y al final nos morimos nosotros.
Respecto a la iglesia...mejor ni hablar, sólo que siento vergüenza.

Fernando

[Jos] dijo...

"¡Qué pena de morir!" Esa frase rondaba mi cabeza hoy cuando hacía un tortuoso examen. No la entendía, o quizás no la sentía. Sin embargo, tras bolcar lo aprendido sobre un papel y entregarlo, me invadió esa sensación típica de un viernes, aunque era martes. Entonces lo supe. Aparté toda la maleza y el pesimismo. Era cierto, la vida era un regalo que a veces usamos como autómatas, sin agradecimientos. Y sin embargo, lo cierto es que ella tampoco quiere mucho de nosotros, a cambio sólo nos pide tiempo...

Bonita reflexión Salva.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Y si hubiese pagado alguna vez a Hacienda ya hubiese sido la hostia.

Anónimo dijo...

Y si hubiese pagado alguna vez a Hacienda ya hubiese sido la hostia.