Hace mucho tiempo abrí una reflexión con el título contrario, 'Decir que sí'.
En aquel momento trataba de ahondar en la importancia que concedo a ir de cara por la vida, no dejando pasar oportunidades que no volverán, dejando a un lado el miedo al fracaso, al qué dirán, al cambio.
Ahora, sin embargo, pienso en todas aquellas personas que tengo a mi lado y me han enseñado (aún estoy aprendiendo) a decir que no, con una sonrisa.
Enfrento en este caso otro tipo de retos, son los referidos a los compromisos.
¡Qué difícil es decir que no cuando pones en juego tu imagen!
Ahí está la clave precisamente. Pensar que por no saber negarte a una cena que te resultará infumable, a una excursión de amigos en que no te sentirás cómodo, a asistir a un concierto que no te apetece, a participar en una tertulia que piensas que no te aportará nada, contribuir a una asociación en la que no crees... vas a ser peor amigo, hermano o colega.
Tengo un ejemplo claro. Mi amiga Cristina. Es una mujer coherente, una persona excepcional. No tengo ninguna duda acerca de mi amistad con ella. Sana, adulta, sin trabas, sin obligaciones ni reproches.
Cristina me ha enseñado durante años a decir que no y a encontrar en esa postura una forma de reafirmación personal en positivo. En positivo para quien sabe decir no y para quien recibe la negativa.
He aprendido decir no al último gintónic cuando realmente me apetece irme a dormir, a rechazar un mediodía de carnes a la brasa en una venta del Aljarafe por un paseo por el centro de Sevilla a mi aire, a participar en antologías de relatos que no me apetece escribir, a afianzar amistades que sé que no tienen futuro.
Diciendo no a lo que tu cuerpo rechaza, a pesar de que violentes momentáneamente al otro, te haces más auténtico, con más posibilidades de ser apreciado por lo que eres y no por lo que los demás crees que deberías ser. Haciéndolo bien, además, el otro retiene esa actitud positiva de rechazo.
Siempre que lo consideres oportuno, un 'no' sonriente y, si es necesario, cariñoso.
Los 'no' rotundos son venenosos.
2 comentarios:
Es difícil decir que no, y creo que es algo que mucho de nosotros todavía estamos aprendiendo el afrontar decir que no a un conocido, amigo o familiar.
Una vez más me gustó tu texto Salva, una pena no disponer de más tiempo para dedicarlo a estos pequeños momentos que te hacen replantearte ciertas cuestiones y disfrutar de una agradable lectura.
Un abrazo Salva.
NO, gracias. Quizá la próxima vez.
Fernando
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