No hay más que mirar a los niños. Esa falta de pudor cuando suena una canción y se bambolean de un lado a otro.
Porque no hay cosa más tonta, más innecesaria, más relajante que dejarse llevar por la música.
¿Quién no ha aprovechado un ratito a solas en casa, ha puesto el equipo a todo volumen y se ha lanzado a la pista del salón?
Ese día, ese rato, era feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario