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martes, junio 17, 2014

Rey

El término Rey trae consigo unas connotaciones de exclusividad, pretenciosidad, privilegio y desigualdad indudables. Ser el primero entre humanos de la misma especie en un determinado territorio por el simple hecho de haber nacido de determinados padres va contra toda lógica, al margen de la ideología política que uno pueda tener.

Si yo hubiera nacido en un país X en un período Y es seguro que hubiese optado por una república en la que los únicos cargos públicos serían elegidos por el pueblo.

Sin embargo nací en España en los últimos años del franquismo, viví con ilusión infantil el primer voto democrático de mis padres y simpaticé con un Rey que se obstinó en dejar de lado la posibilidad del ordeno y mando y le dio la palabra a la sociedad.

Siempre seré de izquierdas, por muy peregrino que suene, por muy contradictorio que pueda parecer y por muy diluidas que se diga que están las fronteras entre los extremos. Sigo estando convencido de que no todas las políticas son iguales y de que hay un voto que lucha por la igualdad de oportunidades y la defensa del más débil, aunque no encuentre a quien me represente.

Tengo 46 años, soy de izquierdas y estoy en el mundo, y aún así me hace ilusión esta nueva etapa que se abre en España. Privilegio el pragmatismo por encima del dogma y confío en esta monarquía constitucional de la que un día nos dotamos los españoles por abrumadora mayoría; entre otras cosas porque sé que el poder real y último de nuestra democracia está en el pueblo y no en ningún rey, tanto así que si Felipe lo hace mal tenemos los instrumentos para echarlo. Y lo echaríamos.

En el día de hoy el verdadero dilema está en defender un sistema democrático que se regenere, que ponga al ciudadano en el centro de la actividad política, cuyo principal objetivo sea la creación de empleo, la mejora de nuestro sistema educativo y sanitario y la progresiva construcción de un país del que en el futuro nos sintamos orgullosos.

El futuro Felipe VI está educado para dar lo mejor de sí, se presenta como un hombre humilde y preparado y no tiene otra opción que luchar porque la imagen de España mejore, por intermediar en conflictos irresolubles desde el punto de vista partidario y por poner cara a nuestro país.

Soy un izquierdista convencido, republicano en potencia, que desea lo mejor al nuevo Rey de España, al que le pido que actúe con la suficiente inteligencia y sentido común para que en el ejercicio de su función no tenga otra meta que la de servir a su país sin condiciones.

¿Discurso anacrónico? Tal vez, nadie es perfecto. 

1 comentario:

María dijo...

No creo que sea un discurso anacrónico, yo estoy de acuerdo contigo y pienso que no es ahora el momento de plantearnos una República y, la verdad, me molesta bastante ver a algunas personas entonar el"Monarquía o libertad?", como dos conceptos excluyentes e irreconciliables, o ver a algunos jóvenes, el día de la abdicación del Rey, paseándose por Málaga con la bandera republicana echada sobre los hombros como si viniesen de un partido de fútbol. No sé si sus abuelos, como el mío, dieron su vida por la libertad de este país y ahora que la tenemos ni siquiera sabemos lo que es. Yo también soy republicana, en principio, pero creo que así estamos bien, para qué vamos a liarla más.