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miércoles, diciembre 18, 2013

Vidas

El otro día leía a un conocido de Facebook, no tengo 440 amigos, sentenciar con una frase su estado de ánimo:

A veces, la vida cansa

Sí, a veces la vida cansa. Y hay ocasiones en que cansa a menudo. Instantes o períodos en que una enfermedad, una muerte o una mala frase nos tira por tierra nuestra confianza en el mundo. La vida es así, sí. Esa vida sin esperanza es cierta, existe, nos rodea y aparece, a nuestro pesar, de forma descarnada, feroz, azarosa, incontrolable. Es en esos momentos cuando creemos que ahí radica la verdadera naturaleza de nuestra existencia, que nada tiene sentido, que todo caduca, que esto es una broma de mal gusto. Y es cierto.

Sin embargo, llega el día en que cruzas una esquina paseándote la ciudad camino de un tapeo con alguien que te visita y, pensando en el momento supremo del reencuentro, hasta el mínimo remolino de hojas sobre el suelo tiene armonía. Aparecen mañanas en que el simple hecho de quedarte mirando el techo al despertar, pensando en los años por venir, nos produce un tremendo bienestar; y vienen recuerdos concretos al cruzarte con un olor, o una profunda sintonía con un artículo de prensa, con la frase de una novela, o a una mujer se le cae la mochila de su bici y tú recibes un 'gracias' espectacular al recogérsela del suelo. Y es cierto. Esa vida es cierta.

Las dos vidas existen, y son verdaderas. Ninguna más que la otra, porque la una existe gracias a que la otra está ahí.

Nuestro motor vital tendrá más potencia cuanto antes asumamos esa doble certeza y pongamos nuestra energía en estar preparados para capear temporales y disfrutar, ¡deleitarse!, con los días de sol.


1 comentario:

Alforte dijo...

Qué cierta esa dualidad vital de la que escribes. Hoy en la comida con los compañeros hemos tenido que poner una reclamación en el restaurante por el pésimo servicio, mientras en una mesa contigua se le cayó a una señora el bolso, cuando se lo recogí del suelo y se lo entregué ella amablemente con una sonrisa me dijo que era todo un caballero, . Me alegró el día.
Besos