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viernes, diciembre 07, 2012

Involución

En nombre de la crisis se está produciendo un fenómeno terrible en gran parte del mundo civilizado, pero de forma especialmente virulenta en España.

A los recortes económicos con el único objetivo de alcanzar el déficit se unen otros que no tienen nada que ver con este objetivo y sí con uno mucho más concreto, volver a tiempos clasistas en que el poder recaiga sin dudas en aquél que posea el dinero y el que abrace la religión católica. No tenemos más que analizar los pasos dados por dos ministros tan retrógrados como Wert y Gallardón, que en pocos meses se quieren cargar derechos conseguidos durante varias generaciones de democracia española. Se apunta contra la laicidad en la escuela, contra el derecho de la mujer a un aborto digno o se subleva a regiones con políticas no consensuadas que atacan a sus lenguas para enfrentarnos a unos españoles con otros, con palabras gruesas, altaneras y chulescas que pretenden hablar en nombre de un pueblo español del que yo no me siento parte.

A todo ello se unen medidas realmente perversas, como la de amenazar con quitar el sueldo a los políticos electos, con un deformado mensaje populista, para que quien acabe optando a gobernarnos sea aquél que viva de las rentas y pueda permitirse jugar a elaborar presupuestos como quien juega a los clicks de famóbil.

Todo vale contra el déficit, incumpliendo su programa en cada una de sus medidas: eliminación de becas, copago (repago) sanitario, eliminación de pagas extras, congelación de las pensiones, subidas de impuestos, expulsión de inmigrantes del sistema de salud, introducción de tasas judiciales hasta para registrar el nacimiento de un crío... Pero sin atacar otros frentes que pudiesen hacernos llegar a ese déficit con otras armas más honestas, como las de conseguir imposiciones efectivas a las transacciones financieras y especulativas, penalizar con impuestos significativos a las grandes fortunas que esconden sus riquezas en productos complejos (como las SICAB) y, sobre todo, luchando por crear empleo.

No veo una política industrial que intente apoyar aquello en lo que somos fuertes. Somos muy buenos en energías renovables, en industria aerospacial, en la turística, en la editorial, la automovilística, la investigación médica, la del diseño textil, la de construcción ferroviaria o la agrícola y ganadera. Tenemos una lengua hablada en medio mundo y multinacionales expandidas por todo el planeta que son orgullo de un buen hacer. ¿Por qué no apoyamos a estos sectores? Con medidas inteligentes de desgravaciones, asesoramiento, ayudas a la contratación, encuentros internacionales. ¡Qué bueno sería convencer a cada una de las multinacionales de nuestro país para que contratara, al menos, a un españolito en cada lugar del mundo donde tuviesen una tienda, estudio, oficina bancaria o tajo de obra! Serían decenas de miles, llevarían con ellos nuestra lengua y la imagen de sociedad dinámica y volverían con un currículum mucho más rico.

Aunque fuesen planes no suficientemente productivos, hay que lanzar al menos ideas en positivo de que las cosas pueden cambiar y de que el gobierno se preocupa no sólo de retirar dinero y prestaciones a los ciudadanos, sino que también piensa en nosotros como su principal preocupación, poniéndonos en lugar de los mercados.

¡Hay que construir ilusiones!

Cada idea emprendedora tendría que tener un apoyo inmediato de la administración pública, no ncecesariamente económica, aunque sea para sacar adelante una de cada diez que se propongan. Para eso queremos a los políticos que nos gobiernan, para que ayude al pueblo que los eligió, lo escuche y facilite las cosas.

¿Para cuándo el enlace directo entre institutos de formación profesional y empresas?, ¿para cuándo dejamos el que nuestras universidades sean modelos de gestión pública a la escucha del mercado laboral?, ¿hasta dónde hay que llegar para que se facilite la creación de empresas en una ventanilla única?

Para conseguir que un país se levante hay que elaborar un mensaje alentador a base de proyectos. Y este gobierno no tiene ninguno. Sólo recaudar dinero olfateando entre la miseria.

1 comentario:

Ana dijo...

Este país con el gobierno facha que tenemos no se levanta ni a la de tres, y sobre todo no se levanta sobre mentiras que sólo afectan a la parte obrera, o sea, a los de siempre.

Un saludo.