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martes, agosto 07, 2012

Salsa de tomate

Quedar con mi amiga Mariángeles es siempre un enorme placer, pero hacerlo durante varios días es un chute de vitalidad.

Se vino a Conil unos días con Martín, anduvimos por Tarifa y Zahara, nos pusimos al día de las novedades, proyectos futuros y desengaños con que nos va regalando la vida.

En ella yo tengo una gran parte de mi biblioteca de recuerdos. Nos conocemos desde los veinte años y eso, junto con mi frágil memoria, hace que me haga revivir, con su enorme habilidad para almacenar vivencias al detalle, momentos de mi pasado que me emociono al escuchar como si los viviese por vez primera.

Para todo lo anterior a los veinte años tengo a mi hermana Mónica.

Es la ventaja de los que tenemos estropeado el disco duro de los recuerdos, que tenemos una gran capacidad de sorpresa ante situaciones ya conocidas pero olvidadas.

De hecho, creo que una de las razones profundas que me hacen escribir este blog es para ir almacenando esos recuerdos en cuanto aparecen, para compartirlos con los demás y conmigo mismo, para conocerme mejor a base de explorar en las circunstancias, las decisiones y las relaciones que me han hecho ser como soy.

Especialmente emotivo fue el relato en que me contó, cuando comenzaba a viajar con mi empresa para cursos de formación y yo le hablaba del maravilloso París, que ya me había deslumbrado con 18 años viajando con una mochila, al que tenía que acudir como ingeniero de la Renault.

Ocurrió un fin de semana en La Antilla, nos fuimos los dos a pasar el día y acabamos comiendo en un restaurante de primera línea de playa. Ella recuerda que yo pedí un atún con tomate y que le conté, emocionado, la vida profesional que se me ofrecía yendo con frecuencia a trabajar a la capital francesa.

Cuando hube terminado el atún, aprovechando la salsa de tomate que quedaba en el plato, me cuenta que jugué con el cuchillo para diseñarle, con todo lujo de detalles, un plano de avenidas, barrios y monumentos de un París construido en rojo.

Bendita memoria.

1 comentario:

Albada Dos dijo...

me ha llenado tu sabor a tomate, tu nula sensación de tiempo extraño, tu dulce forma de entender que el pasado late en la palabra de hoy.

Un saludo.