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domingo, febrero 14, 2010

Las campanas de la catedral

Hay personas afortunadas que tienen una memoria estructurada, diáfana, que les hace volver a cualquier punto, de cierta relevancia, de su pasado, y describirlo con naturalidad, como si lo estuviesen viendo.

Conozco mucha gente con esa capacidad, pero si en alguien es especialmente pronunciada es en mi querida Mariángeles.

Al tener tanto pasado compartido, ella me sirve de catalizador para explotar sensaciones olvidadas en el batiburrillo de recuerdos desordenados de mi memoria.

Creo, sin embargo, que el camino más corto para llegar a escenas fijas de mi pasado, feliz o no, me vienen por los olores. Un perfume que me puede llevar a mi madre, un aroma de madera a la casa de mi abuela, pasar al lado de jazmines a mi infancia, arena húmeda de lluvia, no sé en qué porcentaje ni qué tipo de tierra, me puede hacer pensar en mi primera declaración de amor, acercarme a una cocina, a una piscina, a una iglesia.

Se dice que en la vida siempre hay que mirar hacia adelante, algo con lo que no puedo estar más de acuerdo; pero siempre teniendo presente, en algún rincón íntimo de ti, las experiencias pasadas.

Hay tanta gente que ha pasado por mi vida, he reído tanto con ciertas personas que siempre estarán ahí, que sería una falta de respeto a mí mismo olvidar.

No olvido los amores pasados, ni las confidencias, ni esos viajes por medio mundo, ni los llantos por muertos que lo son menos al recordarlos.

Cernuda lo describía desde el exilio mexicano, cuando las campanas de la catedral le llevaban a las de la Sevilla de su infancia, a la que nunca volvió.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto que determinados olores nos producen un latigazo en el cerebro que nos reenvía al pasado...
El año pasado acompañé a mi madre al entierro de una amiga suya que había fallecido en La Puebla.Tras el funeral fuimos a tomar café a Casa Mateo,el bar donde solía tomarlo mi abuelo.Nada más entrar reconocí un olor que me trasladó 30 años atrás: era como si de nuevo hubiese entrado acompañando a mi yayo.El escenario no había cambiado mucho: el televisor VANGUARD, había sido sustituido por un descomunal plasma...

Don Indalecio Prieto ,siendo ya muy mayor ,en su exilio mexicano hacía que le llevaran todas las semanas al aeropuerto de Ciudad de México para ver cómo aterrizaba el avión de Iberia procedente de Madrid..." Así veo y siento un trozo de Patria".

Antípodas

Anónimo dijo...

Comparto cien por cien lo que dices.No hace mucho busquè insistentemente
un perfume corporal que
utilizaba cuando era...màs joven.De
alguna forma me apetecìa mucho re-
memorar vivencias y sensaciones
maravillosas que me ocurrieron
en aquella època,no pudo ser,
las dependientas me dijeron que ya
estaba fuera de mercado !Que mayor soy!
Procuro agarrarme al presente lo
màs que puedo,en teorìa esta es la
pràctica perfecta,pero las evoca-
ciones del pasado , en realidad
son ya presente pues estàn tamiza-
das por lo que somos ahora,llaman
a mi puerta màs de una vez.Y me
gusta disfrutarlas....

Nuria

nosequé dijo...

Mi presente es causa directa de mi pasado, es más, me atrevería a decir que también algún pasado de otros. Y nos guste o no, mucho de nuestro futuro.