Como bien dice Erich Fromm, el ser humano es producto de sus decisiones.
Lo que hoy somos se ha ido conformando a partir de elecciones vitales, más o menos transcendentales, que nos llevan al lugar que hoy ocupamos, al bienestar que disfrutamos, la estabilidad emocional, los vínculos amorosos, amistosos, familiares, nuestra situación laboral, anímica, el nivel de autoestima.
Es cierto que las decisiones desacertadas van llevando a las personas a una espiral menos controlable cuanto más desacertadas son éstas y más abundan.
Tengo gente cercana a la que quiero que desespera por no encontrar su lugar en el mundo, porque, sin ser malos, han tomado decisiones dejándose llevar por la soberbia, por la avaricia, por el placer inmediato, por el qué dirán, por la falta de autoestima…
Difícil distinguir a veces la fina frontera entre lo acertado o no. La vida siempre pide más comida, más madera, siempre nos pone a prueba, continuamente tenemos que dar pasos. Y avanzar hacia un lado implica no haberlo hecho hacia el lado contrario.
Todos hemos dado pasos equivocados llevados por nuestras miserias. El problema es cuando estas decisiones se encadenan en un no ir a ninguna parte porque no se tiene rumbo ni criterio.
En cambio, cuando tu parte sana te guía la vida se vuelve plena. Nada mejor que sentirse querido porque realmente te entregas sin condiciones a la gente que amas, que avanzar en el trabajo a base de ser brillante o de intentarlo, no por maquiavélicas estratégicas…
Dar por el placer de dar, no por esperar nada a cambio.
Cuando se entra en esa dinámica utópica todo rueda redondo.
Es difícil librarse de las mezquindades que nos guiñan el ojo, pero hay que intentarlo.
Que las ilusiones no se cuantifiquen en euros es una condición necesaria, no suficiente, para ser feliz. Y esas ilusiones construyen el camino que nos vamos marcando.
De las espirales malas se sale también, claro que sí, pero cómo pesan las decisiones equivocadas…
1 comentario:
Hay veces que da igual el camino que elijas, la vida te lleva o mejor dicho te zarandea y tu no puedes moverte.
Lo mejor es adaptarte al camino y aprender las mejores enseñanzas de esa nueva vereda.
Amar sin esperar nada a cambio. Sólo lo he visto en dos tipos de personas: las madres y los voluntarios y no todos.
Todos cuando amamos esperamos algo, auque sea una pizca que nos alegre el alma.
Es más duro no haber amado que no haber sido amado.
Un mínimo de dinero es primordial, lo que ocurre que basamos nuestra felicidad en las pertenencias. Pero nos equivocamos, llenarnos de cosas no te hace ser más feliz.
Es una pena pero la sociedad te mide y te pesa y si tienes más o eres más……parece ser que te quieren o te consideran más.
¡Qué triste!, nos quieren por el envoltorio
Publicar un comentario