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martes, agosto 15, 2017

Dignidad

Harto de toparme en las portadas de la prensa, un día sí y otro también, con los cavernícolas de la CUP, tomo el avión de vuelta tras una maravillosa semana en Gran Canaria.

Días de abstracción, paseos, lectura, baño, ejercicio y buen comer en los que he padecido, colocándome los ojos provincianos de la soberbia Anna Gabriel, a decenas de profesionales canarios atendiéndome con exquisita educación y una sonrisa. Profesionales de raza.

La Anna Gabriel de sonrisa perdonavidas les habría explicado que a esos alemanes a los que sirven los desayunos hay que barrerlos, que las islas deberían volver al exclusivo cultivo de plátanos y ellos repudiar al extraño, empezando por el godo españolista.

Al socorrista que amablemente le entregue las toallas le soplaría al oído que está siendo sobornado por el capital, mientras le entrega un bote de polvos pica-pica, 'a utilizar preferentemente con españoles'.

En la recepción pediría que desconectaran las cadenas que no son autóctonas. 'Programe su televisor a su gusto, señora Gabriel'.

No entendería ella que las limpiadoras la saludasen con un sonoro 'buenos días'. '¡Os están explotando!'

Sería uno de esos amables empleados de hotel el que una tarde soleada le explicaría que su trabajo es bien digno, que el hotel donde ella se aloja está en planta desde 1974 y que ahí trabajó su padre, que bajó de 'esa sierra agreste que usted ve, para darnos de comer a la familia'.

'Canarias es mucho más que una playa, señora, pero sabemos ofrecer esa playa al mundo y hacerlos sentir como en casa'.

Con el gintónic de la noche, el cantautor venido en su coche compartido con otros currantes desde Las Palmas, le cantaría suavecito por Serrat, versionando al universal Machado.

'Universal', querida Anna.

Dejaría atrás una región Canaria humilde, bella y digna trabajadora de sus potencialidades, luchadora por su futuro y ambiciosa de un porvenir abierto al desarrollo. Que quiere dar a sus hijos estudios para ser todo lo que puedan soñar en un mundo interconectado. No tendría más que haber leído un poco sobre ella para comprender la grandeza de estas islas, que no son todo playa, pero que saben que la playa, ofrecida con dignidad, es su tesoro.

'Es horrible viajar', diría Gabriel, 'no nos entienden'.

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