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lunes, noviembre 02, 2020

Negro

Soy muy de El Corte Inglés.

Me gusta comprar a mi bola y cuando entro en establecimientos pequeños soy carne de cañón, porque en cuanto un dependiente me asalta acabo llevándome a casa todo lo que no necesito.

Tras años de aguantar un ordenador lento como el caballo del malo, este pasado viernes me decidí a pasarme por El Corte Inglés para hacerme con uno nuevo.

Como un niño chico, aproveché todo el sábado para instalar aplicaciones y trasvasar todas mis fotos, ficheros y recuerdos desde la vieja computadora. 

No quería ver lo evidente, la pantalla estaba mal. Salían manchas por todos lados.

Hoy he pasado la mañana de vuelta en el centro comercial. Me han atendido bien, han admitido que el ordenador estaba averiado y me han dado otro nuevo.

Al salir, cargado hasta las trancas, he ido a canjear mi ticket del parking. La chica tras el mostrador, con un gesto displicente, me ha señalado que allí no. He pasado, enfadado por su mal gesto, al mostrador de al lado.

-Perdone, el parking es gratuito para las compras realizadas en el día.

-Verá. Esto lo compré el viernes y estaba averiado.

Apareció de nuevo la señora anterior para decirme, con expresión desagradable, que subiera de nuevo a la cuarta planta a pedir una autorización para el parking.

Ocurre que entonces sale toda mi parte negra, el punto de soberbia y la indignación. Todo lo que no quiero tener. Pero que tengo.

-Caballero, no se ponga así.

-No me hubiera puesto así de haberme usted dado los buenos días.

La dependienta, enfadada, lo resolvió. 

Yo le pedí disculpas.

Lo negro, definitivamente, atrae a lo negro y saca lo peor de nosotros mismos.

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