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lunes, enero 19, 2009

Resistencia

Cuando accedes a personas llenas de calidad humana, de sabiduría y fortaleza, no tienes menos que darte con un canto en los dientes.

Hace ya más de dos años que hablé en este mismo blog de Román Sudupe, antiguo dirigente del PNV y Presidente de la Diputación de Guipúzcoa.

Este pasado viernes tuve el honor de que él presentase mi reciente novela en San Sebastián. Según me contaba Txema, cuando se le propuso, dio su ok sin el más mínimo reparo.

En el momento de los agradecimientos, en que yo alababa el altruismo y generosidad de mis amigos Txema y Paula, en todo lo concerniente a la organización del acto en sí, al yo relacionar esas actitudes desprendidas con el verdadero sentido de la felicidad, Román tomó el micro para recordar al filósofo danés Kierkegaard. ‘’ La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más’’.

Rato después, mientras almorzábamos en el Nagusia Lau, comenzó a hablar con mi amigo Helio de Viktor Frankl, el psicoterapeuta judío que explicaba cómo los que tenían más oportunidades de sobrevivir al holocausto alemán eran aquellos que tenían una meta, una ilusión más allá de esas rejas asesinas.

Yo había llegado de Sevilla acatarrado y, tras la tensión del acto de presentación en sí y cuando todos estábamos sentados en el restaurante, noté que me subía la fiebre, era incapaz de probar bocado. Entendí que no era apropiado retirarse.

Román nos habló de Zorba el Griego y el Grito de la Materia, de Erich Fromm y El Corazón del hombre, del sentido de la vida tras la muerte, de cómo nuestra materia se integra en la materia que nos transciende y del rastro que dejamos en nuestros semejantes, en que vivimos mientras nos recuerden, en cómo podemos ‘hablar’ con los que ya no están.

De vez en cuando me miraba y me decía: ‘Salva, resistencia’. Se aprieta los dientes, se aguanta la fiebre y se resiste.

Esa misma tarde me di un paseo por San Sebastián, entré en la librería Lagun y compré un libro de Erich Fromm, El Corazón del hombre. Ya casi lo estoy terminando. Habla de las personalidades necrófilas y de las amantes de la vida (biófilas). De amar en lugar de querer:
‘…el biófilo no vive en el remordimiento y la culpa, que no son, después de todo, más que aspectos de la aversión a sí mismo y de la tristeza. Se orienta rápidamente hacia la vida y procura hacer el bien…’

‘Bueno es todo lo que sirve a la vida; malo todo los que sirve a la muerte. Bueno es la reverencia para la vida, todo lo que fortifica la vida, el crecimiento, el desarrollo. Malo es todo lo que ahoga la vida, lo que la angosta, lo que la parte en trozos. La alegría es virtuosa y la tristeza es pecaminosa’.

Eché en falta a Mariángeles, una gran amante de la vida que hubiera disfrutado como una cría con este gran seductor, culto, profundo, campechano y generoso que es Román Sudupe.

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