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miércoles, julio 03, 2024

Cursi

Yo reivindico lo cursi, ya que parece que así llaman a todo lo que tenga que ver con el amor.

Me manifiesto a favor de abrir el corazón a las emociones nobles. A no ocultarlas. A liberarse del qué dirán. Pasamos la vida criticando a éste y aquél y poquísimo tiempo hablando de lo maravillosa que es esa otra persona.

Esta sociedad se molesta con los besos, las alegrías y las expresiones de amor.

Miran mal a quien dice algo bonito.

Por donde quiera que vayas, el lenguaje que predomina es chabacano, faltón, grosero. Andamos todos tirándonos cosas a la cabeza y evitamos hablar bien de nadie, decir que algo nos emociona, mostrar pasión por lo conmovedor.

Reniego del lenguaje y los modos en los que hemos sido educados, los de la contención.

Prefiero ser cursi antes que ocultar lo emocional, porque estoy convencido de que el amor es el único motor que hace avanzar al ser humano.

Recuerdo el entierro de mi madre, a mis 18 años, con ella en un ataúd a dos metros de la familia y yo destrozado de dolor. Alguien, que me quería bien, se me acercó para insinuarme que estaba dando un espectáculo con tanto llanto.

Yo me metí para dentro, dentro de mí, hasta atragantarme con mi propio sufrimiento.

Muchas veces ha vuelto a mi cabeza esa escena, de esa persona, susurrándome:

Borete, ya vale de llorar así.

Me arrepiento de no haberle respondido:

Así, ¿cómo? ¿Cómo si se hubiese muerto mi madre?

martes, julio 02, 2024

Aparición

El pasado jueves acudí al lanzamiento de un libro de arquitectura publicado por un nieto de Emi.

—¡Borete! —Fue verme y emocionarse.

Amiga de mi madre desde la juventud, Emi mantiene la belleza de esos maravillosos años en los que compartía vacaciones con nosotros. Como si fuera ayer cuando se bañaban juntas en la playa y compartían confidencias. ¡Y ya es bisabuela!

Casi cuarenta años después de su muerte, aún la echa de menos.

—Era una mujer tan buena, tan elegante, tan inteligente... 

Ocurre que, cuando las que fueron sus amigas me ven, muy de tarde en tarde, es como si se produjese una aparición. No me ven a mí, ven a mi madre y se les saltan las lágrimas. 

Yo me dejo achuchar, que me acaricien, que les invadan los buenos momentos con ella al tenerme a su lado. Dejo de ser yo, para ser ella y me convierto en la mejor prueba de que mi madre está viva. 

En mí.

lunes, julio 01, 2024

Correcto

Todos tenemos muletillas al hablar, más o menos repetidas, que nos distinguen, que nos persiguen, que no admitimos.

—¡Acabas de decirlo de nuevo!

—Ni de coña.

Hay algunas de las que ni siquiera advierto a quien tengo enfrente, porque son tan características de la gente que quiero que me faltaría algo si no se las oyese.

'No sé si me entiendes'.

En cambio hay otras a las que le cojo manía. Tienen mucho que ver con la validación cada vez que comentas algo y el otro te responde con un 'efectivamente'.

La más obsesiva para mí es cuando mi interlocutor asiente con un 'correcto' cada vez que cuento algo, sea lo que sea.

Es hablar con alguien que te está examinando continuamente.

—Correcto.