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sábado, febrero 03, 2024

Guggenheim

Pregunté a una de las trabajadoras del Guggenheim acerca de una sala, por ver si formaba parte de una exposición. Me contestó que sí, con entusiasmo.

Entré y comprobé que emitían un documental bastante peñazo y que no había nadie más allí; esa vigilante de sala y yo.

Me había programado una jornada cultural intensa en las dos horas libres tras el trabajo, por lo que apenas en un rato tenía que dejar el museo para asistir a la presentación de un libro no lejos de allí.

La chica observaba cómo miraba yo la película, que ocupaba toda la pared.

Apenas tenía cuarenta minutos y todo el Guggenheim, visitado mil veces antes y siempre con propuestas nuevas, por ver.

Me di media vuelta y me fui, cruzando la mirada contra el entusiasmo de la explicación de la chica.

Perdona, tengo prisa —me justifiqué, sin necesidad.

Tal vez ella pensaría que cuando uno va a una exposición no debe tener prisa, yo me dije a mí mismo que poco importa lo que piense de ti un desconocido.

Pero aquí estoy escribiéndolo...

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