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lunes, febrero 24, 2020

Virus

Estaba mi hermana Mónica sentada en su sofá del salón, con sus enredos de siempre, los cursos de inglés, las series de televisión y los vídeos de comidas saludables, cuando mi sobrino Iván, con sus portentosos 17 años de inocencia, se despidió para acostarse.

-Buenas noches, Iván -le dijo su tía.

-Buenas noches, Mónica -le respondió él-. Te quiero.

Ella se quedó a cuadros. ¿Te quiero? Tan rara era para ella esa expresión cariñosa que pronto todos los hermanos nos enteramos (y nos pusimos celosos). ¡Vaya niño cursi!, pensamos, pero todos queríamos que Iván nos dijera lo mismo.

Hace unos días, estando yo trabajando en París, Mónica me envió un mensaje precioso en el que me decía lo orgullosa que estaba de mí, por el cariño que me habían mostrado mis compañeros de Renault al organizarme una fiesta sorpresa de despedida de mi anterior trabajo, también por lo que me preocupo por estar pendiente de Iván... No recordaba yo un mensaje tan emotivo de mi hermana desde que tengo uso de razón, y me provocó una felicidad total.

Y uno reflexiona entonces y concluye: ¡pero si es tan fácil!

Sí, definitivamente, acaba de originarse el Navarrovirus del amor.

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