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miércoles, noviembre 21, 2018

Prado

Hace un par de días, recién llegado a casa, tuve que restregarme los ojos al confirmar que no sólo la entradilla del telediario de máxima audiencia se retransmitía desde el Museo del Prado, sino que el bicentenario del nacimiento de la pinacoteca se convertía en la primera noticia del día, de manera extensa y cuidada. Un gesto de valentía inesperado de la televisión pública que demostraba cómo sí es posible colocar la cultura en el centro de las expectativas.

¿Qué impide a un medio público (y privado) cambiar el orden de los prioridades para atender lo que no es necesariamente urgente?

Imaginemos un país en el que los noticieros abran con los preparativos de la gran exposición sobre Murillo que se inaugura el próximo 29 de noviembre en Sevilla, y no necesariamente por las trifulcas electoralistas de ver quién la tiene más grande. Unos medios que dedicaran su cabecera cada día con textos de grandes de la literatura universal aprovechando aniversarios de sus publicaciones; que diariamente propusieran como primera página un hecho histórico relevante en el progreso de la humanidad; que remarcara como titular un descubrimiento científico y lo explicase con palabras sencillas al televidente medio.

Y que los improperios de Trump, las tribulaciones en el Parlamento europeo, las catástrofes naturales, las maldades de Villarejo, las vergonzantes confabulaciones entre políticos y jueces, los entrenamientos del Real Madrid o la boda de la hija de Amancio Ortega quedaran relegadas a un apartado final de 'sucesos'.

Seríamos, seguro, más interesantes. 

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