Aceptar las críticas es un aprendizaje continuo.
Distinguir las que te pueden hacer crecer es una de las lecciones claves de esa formación.
Se gana mucho cuando se adquiere esa habilidad de asumir que los demás ven en ti defectos que con alta probabilidad sean ciertos. Creces como persona, ganas en autoconocimiento, potencias tu humildad.
Si las admites, dejas de ser esclavo de la opinión de los otros.
La semana pasada quedé con un amigo, cultísimo, que acababa de terminar 'El niño del beso'. Me pedí un té verde y le insistí en que fuera sincero.
Me dijo que era mi novela más potente y me sugirió por dónde podía mejorarla. Cosas concretas. Sin anestesia.
Fue un tremendo regalo.