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jueves, octubre 22, 2020

Amores

El mal de amores es un muro que se atraviesa sólo una vez.

Luego vendrán desengaños, abandonos y frustraciones, pero sentir que tu cuerpo pierde el pulso y todo se derrumba alrededor es algo que, cuando llega, provoca anticuerpos que ya viven contigo para siempre.

A mí me ocurrió una noche de invierno. Me quedé clavado en el coche tras regalarle un disco de Pedro Guerra y escuchar de su voz que no sentía por mí lo que se llama amor.

Al día siguiente mi hermana llamó al trabajo para explicar a mi jefe que yo estaba con gripe.

Nada tenía sentido. Permanecí días agarrado a mi pena. Tardé meses en olvidar. Analicé cada palabra, recordé los encuentros, imaginé mil errores, removí todos mis miedos, escribí mensajes que no envié y evité llamadas que no iban a solucionar algo tan irremediable como no provocar amor.

De ahí surgió una persona nueva que supo integrar en lo más íntimo que amar tenía que empezar por uno mismo. 


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