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lunes, septiembre 16, 2019

Atención

Una de las mayores carencias que encuentro en mi entorno profesional es la de la atención. Perdemos horas carísimas en no escucharnos. No sé si será el espíritu díscolo español, un reflejo del mundo en el que vivimos o las pocas ganas que tenemos de aguantarnos, pero resulta complejo conseguir que, en una reunión de más de 5 personas en la que alguien está presentando un tema, no se formen conversaciones en paralelo. No sólo eso, incluso cuando estoy explicando algo concreto a alguien concreto siento, por sus interrupciones y preguntas incoherentes, que no me está escuchando. Eso sí, luego nos faltan horas en el trabajo para terminar nuestras tareas. Somos maestros del desaprovechamiento y de la improductividad.

Tal vez nací demasiado cuadriculado, entiendo que sí; así y todo llevo mal, muy mal, la incapacidad de los equipos de trabajo para dar su sitio a aquél que habla, expone, explica o desarrolla un tema.

Se trata simplemente de atender, y entender, lo que un compañero ha preparado para ti.

No sé si es un mal de nuestro tiempo, porque además la gente reacciona con cierto 'chuleo' a mis llamadas de atención. Todos queremos ser el centro del universo.

(En el trabajo y en la barra del bar)

Pero universo no hay más que uno.

2 comentarios:

Las Cosas dijo...

Así es.
Te secundo.

Joselu dijo...

He vivido la experiencia como profesor en los claustros o en comisiones diversas y la sensación de falta de productividad es general. No sé si se escucha a los que hablan, tiendo a pensar que de una manera muy difusa y parcial y solo esperando a hablar y meter la cuña. No somos unos buenos conversadores, nos sobre protagonismo y capacidad de escucha. Saludos.